Etiquetas: Copa de Europa Semifinales 09/10, Europa
Cada día me digo a mí mismo: odio el fútbol. Aunque es imposible odiarlo, si es cierto que la indiferencia y la desgana por el deporte rey hacen que los verdaderos aficionados al fútbol respiren una agonía constante en sus vidas rutinarias. Sobre todo los que llevan el fútbol o el club muy al extremo.
Para mi, el fútbol ha perdido casi todos sus valores, sólo priman los intereses económicos, la publicidad, el marketing, el beneficio para las televisiones y con ello un perjuicio para el aficionado que paga su abono o entrada. Los jugadores, salvo honrorosas excepciones, no sienten la camiseta, ni los colores. Es más, hasta me siento anticuado cuando nombro eso de los colores, la camiseta, etc. Cierto es que no se puede volver atrás, ni creo que debamos. Pero lo que se ve día tras día y temporada tras temporada en el fútbol, es cuánto menos, para debatirlo.
La prensa sólo busca el morbo, la mentira, la infamia. Y más en nuestro país, dónde no existe una prensa deportiva imparcial y coherente; son puros boletines de los dos equipos reyes del trono. Trono del que nadie en mucho tiempo creo que los baje.
Por eso, yo creo que el fútbol se va agotando, que todo el que grita "odio eterno al fútbol moderno" lo dice con nostalgia, con rabia, con odio, pero a sabiendas de que poco va a cambiar.
Y por eso, también creo que el único espíritu auténtico y aún vivo dentro de los estadios de fútbol son los ultras. No aficionados, ultras. Para mi merecen una mención aparte dentro del mundo del fútbol.
Siempre criticados, odiados, repudiados. Los ultras hacen del fútbol el auténtico fútbol. Aman y desean que los valores del deporte, de los graderíos y de las calles vuelvan a antaño. Imposible, sí. La represión policial, las leyes castigadoras y la prensa mundial no quiere a los ultras, no es políticamente correcto. Nosotros somos los verdaderos estandartes de este deporte, los que nos deplazamos con nuestro equipo, los que nos partimos el alma contra el rival o contra lo que vaya en contra de nuestro escudo, los que, año tras año, aguantan una represión y una repercusión que en el fondo es lo que hace al ultra no rendirse.
Por todo ello, todo poco a poco va dejando de ser una realidad. Por que el fútbol no es vida: los ultras y aficionados son los que le dan vida al fútbol. El fútbol sin nosotros no es nada, absoluta y minuciosamente nada.
No lo olvidemos, el fútbol no es vida. Los Ultras son la vida del fútbol, el corazón del mismo.
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